11 de junio de 2015

Para los problemas de la democracia, más (y mejor) democracia

Funcionarios de gobierno, ministros, asambleístas, se han mostrado indignados frente a las protestas de estos días en la ciudad de Quito. Más allá de los temas que se han convertido en el detonante en la capital y otros lugares del país (impuestos confiscatorios que merecen su propio análisis), los dirigentes del movimiento de gobierno no pueden reaccionar con semejante sorpresa cuando han bloqueado sistemáticamente todos los mecanismos institucionales para procesar los conflictos y las diferencias.

La democracia es precisamente la forma de confrontar y procesar pacífica (y racionalmente) los conflictos en una sociedad. Lo que hemos visto en estos últimos años es el intento de imponer una visión reduccionista de la democracia: “somos más”. La democracia asimilada a la regla de mayorías, más la institucionalidad cooptada, cómplice, complaciente.

Es larguísima la lista de ejemplos de herramientas democráticas, legítimas, legales que se han emprendido y que han sido negadas y bloqueadas desde el gobierno: la consulta de los Yasunidos, las distintas iniciativas para llevar a consulta popular el tema de la reelección indefinida, la negativa para la consulta Íntag o al sólo intento de poner en debate lo relativo al Bloque 31; el bloqueo de todos los intentos de emprender un proceso de revocatoria del mandato en contra de los asambleístas de gobierno; la disolución ilegal de partidos políticos; la persecución de organizaciones, dirigentes, observatorios, cuando interponen una denuncia; el acoso a los críticos ya sea a través de la Policía (Caravana Climática), a través de los medios de comunicación o en redes sociales; o simplemente la imposibilidad absoluta de recibir protección por parte de un sistema judicial tomado por el Ejecutivo.

Lo que pasa en estos días no puede mirarse de forma aislada, es exactamente lo que tenía que suceder luego de llevar al extremo el control, la represión, la vigilancia. Es lo que pasa cuando terminan –en la práctica- con las vías institucionales o cuando ya no existe ninguna confianza en ellas. Si nos quitan los recursos judiciales, los medios de comunicación, las organizaciones de sociedad civil, los partidos y movimientos políticos, la consulta popular, la posibilidad de revocatoria del mandato, parecería que sólo queda la calle, y por supuesto que hay que ocuparla, pero no será suficiente para reconstruir las herramientas democráticas que se requieren para que el Ecuador tenga presente y futuro para todos. Vamos a requerir de mucha organización, reflexión, generosidad política; un esfuerzo por pensar en el país y evitar que nos gobiernen las pasiones y los odios, que es precisamente lo que ha llevado al gobierno hasta este punto.

No creemos en la polarización como camino, el gobierno es responsable de este desfogue democrático y sus consecuencias. Los ecuatorianos debemos construir propuestas que superen el oportunismo electoral frente al descontento popular, ahí está el desafío de construir democracia más allá de lo electoral.

23 de abril de 2015

91 golpes a la seguridad social

16 de abril de 2015
en http://www.ruptura25.com/news/2015/4/16/91-golpes-a-la-seguridad-social

Con 91 votos afirmativos, la Asamblea Nacional aprobó una de las reformas más radicales al sistema de seguridad social ecuatoriano en los últimos setenta años.

Junto con la reforma que propone cubrir la jubilación de las amas de casa –pretensión legítima y justa, muy antigua, pero que no tendrá efecto sino en 20 años - están cambios que afectarán de forma inmediata a los y las trabajadoras del país; en lo principal: el límite al pago de utilidades y la eliminación del 40% del aporte para pensiones jubilares que el Estado realiza hace décadas.

Utilidades

Distribuir utilidades es el mecanismo más concreto para lograr que el trabajo esté por encima del capital, o para ser exactos, un poco más cerca.  Se basa en la idea de que los trabajadores reciban una parte de la ganancia que su esfuerzo produce. Si se pretende que el trabajo importe tanto como el capital, es inexplicable que se limite lo que puede ganar el dueño de la fuerza de trabajo y no el dueño del capital. Es una medida incoherente con los postulados ideológicos del gobierno y regresiva desde el punto de vista de los derechos conquistados por los trabajadores.

El aporte del Estado para las pensiones jubilares

El sistema ecuatoriano de seguridad social es solidario y tripartito; se sostiene sobre los aportes de Estado, empleadores y empleados. Así lo han entendido por décadas administraciones de diferentes tiendas políticas. El presidente Correa y su bancada legislativa han transformado radicalmente el sistema: el Estado abandona su obligación legal sobre montos concretos y la reemplaza por una declaración general; el Estado garantizará el pago de las pensiones. ¿De cuáles? ¿los pagos que deban hacerse mes a mes? ¿Cómo afecta eso el patrimonio del IESS? ¿El fondo que supuestamente se alimentaba con esos recursos?. No contentos con eliminar la obligación legal de pago del 40%, cuestionan la constitucionalidad y legalidad de la obligación que se ha acumulado en los últimos años. Increíble que lo hagan seis años después de la vigencia de la Constitución y habiendo aceptado la obligación de pago durante tantas ocasiones distintas a través de compromisos firmados por los más altos funcionarios del régimen.

El pago de la deuda del Estado al IESS fue uno de los puntos del plan de gobierno de Rafael Correa; los compromisos de pago y los primeros desembolsos se anunciaron como un hito de la Revolución Ciudadana. La medida legislativa tomada en estos días obedece a las urgencias de financiamiento por las que atraviesa el gobierno nacional y lamentablemente no está ligada a un estudio y una planificación integral para el Instituto de Seguridad Social. El presidente Correa se ha pronunciado también sobre la ineficiencia del IESS, nos preguntamos si desvincular al Estado de esta obligación legal de aportar para las jubilaciones, atiende de alguna manera esta realidad. Es imposible que quiénes han administrado el IESS durante los últimos ocho años reconozcan su ineficiencia sin asumir responsabilidad ni ofrecer soluciones.

El Ecuador requiere, en este como en otros temas, debates y soluciones profundas pensadas para el largo plazo. El gobierno vuelve a ponerse en contradicción con las tesis que le dieron origen, arropado con el poder de controlar los distintos órganos del estado, no está dispuesto a escuchar a nadie que no sea su propia voz, siendo capaz incluso de librar una nueva cruzada entre sus propios militantes y seguidores.

Rechazamos esta decisión y sobretodo rechazamos la forma en que se toma, sin debate con los interesados, sin información suficiente y en medio de las urgencias de una inminente dificultad económica, sin estudios actuariales, sin proyecciones confiables para el futuro. Es momento de profunda preocupación que los caminos democráticos e institucionales se vayan haciendo más pequeños, el reto es encontrar en ellos la forma de resistir este momento duro de la democracia.

Nada de desmemoria, de María Paula Romo

A raíz de un artículo de José Hernández, un intercambio de ideas sobre las izquierdas y la relación con el gobierno de Rafael Correa. En el post anterior está la respuesta de Juan Sebastián Roldán, aquí pueden revisar la reacción de María Paula Romo
http://paularomo.blogspot.com/2015/03/nada-de-desmemoria.html

8 de febrero de 2015

El tiempo de mirarnos al espejo


Juan Sebastián Roldán


Después de leer el agudo análisis de José Hernández en su nuevo blog, creo necesario hacer algunas reflexiones sobre el paso de Ruptura 25 por el gobierno de Rafael Correa.

Las provocadoras palabras de José Hernández necesitan respuestas contundentes: Sí, se debe derogar la Ley de Comunicación y buena parte del nuevo Código Penal por ser atentatorios a las libertades, pieza fundamental de una izquierda moderna y libertaria. Se debe derogar la Ley de Seguridad Ciudadana que confunde seguridad con sacar a los militares a las calles o mostrar a los inocentes por culpables; y debe derogarse también la de Incentivos Tributarios que premia a las "grandes" inversiones mineras y no a las iniciativas empresariales serias del Ecuador.

Claro que hay que derogar estas y muchas cosas más. Para nosotros es imprescindible discutir con la sociedad qué era lo que buscábamos y cuál el resultado que hoy podemos ver.

También hay que cuidar a no jugar el juego en el que todos son lo mismo y todos supuestamente jugamos un mismo papel.

Así como el correísmo cree que todos los pelucones, banqueros y empresarios son feroces devoradores de pobres, algunos pelucones, banqueros y empresarios creen que todos los progresistas son feroces devoradores de emprendimientos productivos. Así como el correísmo llegó a poner a los médicos o a los abogados como simples hacedores de dinero; muchos médicos y abogados atacan al progresismo como vertiente directa del comunismo quita hijos.

El Ecuador necesita- y nosotros estamos ávidos de esa discusión- un espacio de diálogo entre los contrarios que de las coincidencias hagan afirmaciones y de las discrepancias espacios abiertos de diálogo.

Esto pide la izquierda progresista, la que ya no solo escucha Inti Ilimani o grita efervescente “venceremos”, la que no conoce el puño izquierdo al aire; sino la que también se encuentra con mayo del 68 y sus domésticas y trascendentales discusiones como la representación real del poder, la que vibró con V de Vendetta o la que cree en la ideología como forma coherente de vida. La que mira a la economía no desde sus extremos, sino desde el centro que representa para la sociedad en conjunto.

Una que ve en las palabras de José Hernández, un espejo inmisericorde en el que hay que mirarse mil veces, en el que hay que encontrar buena parte de las responsabilidades y con el que necesita discutir, a ver si lo malo ha sido tan malo y lo bueno ha sido tan bueno.

Desde nuestra comprensión de la nueva izquierda, creemos en la importancia de lo simbólico, en la necesidad de comprender la sutileza de lo estético, en la potencia de la ética desnuda. Creemos en un progresismo que es capaz de cambiar este país más allá de las generalizaciones.


Queda pendiente la discusión sobre nuestras responsabilidades y aciertos en nuestro paso por el Acuerdo País. Ojalá este intercambio sea el primer paso para hacer público un debate que para nosotros no es nuevo.