24 de enero de 2006

In excelsis leo

Alfredo Pinoargote C.
www.vistazo.com (enero 2006)

Hoy por hoy existe un dueño del país, que concreta y objetivamente despacha los asuntos más importantes del Estado. En la república obesa del Ecuador, por tanto tragar cuento, el Gloria in Excelsis Deo de la Iglesia Católica se ha tornado en un contundente Gloria in Excelsis Leo. Gloria a León en las Alturas.


El mal gusto y la cobardía, de quienes han sido incapaces de enfrentarlo y de los que hipócritamente lucran bajo su sombra, sentencian que debe esperarse su muerte para que la política cambie. Pero cuando eso ocurra será velado sentado como García Moreno, en el sillón de Olmedo y recibiendo el homenaje de un millón de almas que querrán verlo, tocarlo y besarle las manos por última vez. Los sobrevivientes de Alfaro Vive Carajo se solazan en el sueño de opio de que Baltasar Garzón lo va a mandar a las rejas, pero el felino jamás ha pisado ni pisará Europa, de tonto no tiene un pelo. Los aniñados cuchichean ese chisme mediocre elevado ya a la categoría de noticia de que el ingeniero y su delfín casi ni se ven, cuando lo que hay es un recíproco desprecio para ciertos cortesanos del respectivo entorno, igual que sucede con líderes de Washington o Balzar.
Por lo demás, no necesitan verse porque han armado una obra maestra de relojería suiza para ejercer el poder que ha subyugado al paisito, un Presidente mequetrefe opacado por las regeneraciones urbanas. Por eso es que no requiere asistir al Congreso para ser el jefe de todos los jefes de las mayorías móviles dictando órdenes por su celular, o emitir el sermón de los lunes impartiendo lecciones de derecho constitucional y penal, moral y cívica,o ética periodística.Ellos son inseparables hasta la muerte, como Olafo y Chiripa o los legendarios Benitín y Eneas. De no ser así ya Nebot se hubiera separado del PSC y fundado su propio partido, pues hasta Sixto el bueno que no mataba una mosca se atrevió a hacerlo.
El drama político de fondo del Ecuador actual es justamente esa evasión de la realidad, que plantea juicios penales en el extranjero por hechos cometidos hace 20 años o de resignarse a esperar el sepelio del patriarca, cuando el problema es de hoy, no de ayer ni de mañana. Hoy por hoy existe un dueño del país, que concreta y objetivamente despacha los asuntos más importantes del Estado, un monumento viviente del poder que ha acumulado un mando colosal sin antecedentes en la historia nacional. Comparable a Luis XIV, el Rey Sol, que con gracioso desparpajo afirmaba: el Estado soy yo. O al generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, con la exquisita diferencia de que formalmente Ecuador no vive en dictadura. Pues, aunque la llamada carta magna es un limpión por Guayaquil desfilan desde los secretarios de la ONU y la OEA pasando por Felipillo de España, el socio listo obrero financista de la perimetral, a rendirle pleitesía al amo y señor de la república de papel. Que ya no tiene rivales, ese lúcido y robusto liderazgo que en su momento ejerció Rodrigo Borja ha terminado de comodín en el póquer del cortijo. El maestro Hurtado fue liquidado por la inocentada de apostar al pacto de los delfines.
Quienes han sido sentados en Carondelet para cubrir las apariencias de la ficticia democracia andan por los techos, exiliados y con órdenes perpetuas de prisión, después de que el trapiche magistral les exprimió el petróleo de las venas.La izquierda está pintada en la pared. Así como hay el febresborjismo de los pelucones también existe el febres-emepedismo, en el IESS y con una educación pública entregada a vagabundos del maoísmo porque un pueblo ignorante garantiza la estabilidad de la dictadura. O con socialistas que se adormecen con asignaciones para sus universidades, dado que el padrino reparte bien el mazo, a los ricos como a ricos y a los pobres como a pobres, y todos reciben su tajada.
Es urgente demoler esta infamia histórica que injuria a la dignidad de la nación, degrada a las instituciones republicanas y condena a la infelicidad de la pobreza extrema a millares de seres humanos. La oportunidad está en las próximas elecciones.

3 de enero de 2006

Nadie sabe para quien trabaja

En el Ecuador político no cabe duda que el refrán más apropiado para estar alerta es el de: “nadie sabe para quien trabaja”. En abril varias organizaciones y ciudadanas y ciudadanos de distintas ciudades del país nos movilizamos para sacar a un intento de dictador y a un gobierno mafioso del poder. Pero no nos movilizamos para sostener un sistema que continúa secuestrado por los partidos políticos y sus prácticas perversas ni para apoyar a un Presidente que no tiene claro hacia donde ir.

El Ejecutivo ha sido el único que se ha encargado de afectar su propio capital político. Quizá en abril fue su "mejor momento", para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente que, sin embargo, fue diluyéndose conforme su gobierno se acercaba a los partidos políticos tradicionales. El aprendizaje es claro: con los partidos no se juega si de afectar sus intereses se trata. Por ello nos atrevemos a decir que la propuesta de Palacios nunca fue sincera. El Presidente dejó que el proceso se enfríe hasta que le ha entumecido sus propias extremidades. Ahora cada movimiento que realiza lo hace con dificultad y ya no hay manos que le ayuden para impulsar una propuesta que va en muletas.

El Ejecutivo ha demostrado una confusión total en sus planteamientos y estrategias. Destruyó sus propios mecanismos de concertación y elaboración de propuestas (proceso CONAM). Intentó acercarse al Congreso (presencia de Oswaldo Molestina en la cartera de Gobierno) pero dio marcha atrás atendiendo a la sugerencia de algún asesor de turno. Fue siempre de extremo a extremo en sus acciones.

En esas circunstancias no sólo es difícil, sino peligroso confiar en el liderazgo de un Ejecutivo como el que tenemos, para un proceso constituyente. Este último necesita de metas claras, no de vaivenes e intentos de sostenerse en el poder a cualquier costo.

Más allá de la desastrosa propuesta del 2 de enero , en relación a la forma en como fue planteada, y en virtud de los plazos que la Constitución establece para la reformas constitucionales -segundo debate luego de un año de finalizado el primero, el conocido "candado constitucional"- (pero en general un disparate jurídico que atenta contra toda lógica), está el hecho cierto de que el trasnochado camino que propone el Ejecutivo crea incertidumbres, sobretodo sobre cuales serán sus reales intenciones en este reciente y reiterativo intento.

Nadie sabe para quien trabaja

En el Ecuador político no cabe duda que el refrán más apropiado para estar alerta es el de: “nadie sabe para quien trabaja”. En abril varias organizaciones y ciudadanas y ciudadanos de distintas ciudades del país nos movilizamos para sacar a un intento de dictador y a un gobierno mafioso del poder. Pero no nos movilizamos para sostener un sistema que continúa secuestrado por los partidos políticos y sus prácticas perversas ni para apoyar a un Presidente que no tiene claro hacia donde ir.

El Ejecutivo ha sido el único que se ha encargado de afectar su propio capital político. Quizá en abril fue su "mejor momento", para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente que, sin embargo, fue diluyéndose conforme su gobierno se acercaba a los partidos políticos tradicionales. El aprendizaje es claro: con los partidos no se juega si de afectar sus intereses se trata. Por ello nos atrevemos a decir que la propuesta de Palacios nunca fue sincera. El Presidente dejó que el proceso se enfríe hasta que le ha entumecido sus propias extremidades. Ahora cada movimiento que realiza lo hace con dificultad y ya no hay manos que le ayuden para impulsar una propuesta que va en muletas.

El Ejecutivo ha demostrado una confusión total en sus planteamientos y estrategias. Destruyó sus propios mecanismos de concertación y elaboración de propuestas (proceso CONAM). Intentó acercarse al Congreso (presencia de Oswaldo Molestina en la cartera de Gobierno) pero dio marcha atrás atendiendo a la sugerencia de algún asesor de turno. Fue siempre de extremo a extremo en sus acciones.

En esas circunstancias no sólo es difícil, sino peligroso confiar en el liderazgo de un Ejecutivo como el que tenemos, para un proceso constituyente. Este último necesita de metas claras, no de vaivenes e intentos de sostenerse en el poder a cualquier costo.

Más allá de la desastrosa propuesta del 2 de enero , en relación a la forma en como fue planteada, y en virtud de los plazos que la Constitución establece para la reformas constitucionales -segundo debate lue

“Nadie sabe para quien trabaja”


En el Ecuador político no cabe duda que el refrán más apropiado para estar alerta es el de: “nadie sabe para quien trabaja”. En abril varias organizaciones y ciudadanas y ciudadanos de distintas ciudades del país nos movilizamos para sacar a un intento de dictador y a un gobierno mafioso del poder. Pero no nos movilizamos para sostener un sistema que continúa secuestrado por los partidos políticos y sus prácticas perversas ni para apoyar a un Presidente que no tiene claro hacia donde ir.
El Ejecutivo ha sido el único que se ha encargado de afectar su propio capital político. Quizá en abril fue su "mejor momento", para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente que, sin embargo, fue diluyéndose conforme su gobierno se acercaba a los partidos políticos tradicionales. El aprendizaje es claro: con los partidos no se juega si de afectar sus intereses se trata. Por ello nos atrevemos a decir que la propuesta de Palacios nunca fue sincera. El Presidente dejó que el proceso se enfríe hasta que le ha entumecido sus propias extremidades. Ahora cada movimiento que realiza lo hace con dificultad y ya no hay manos que le ayuden para impulsar una propuesta que va en muletas.
El Ejecutivo ha demostrado una confusión total en sus planteamientos y estrategias. Destruyó sus propios mecanismos de concertación y elaboración de propuestas (proceso CONAM). Intentó acercarse al Congreso (presencia de Oswaldo Molestina en la cartera de Gobierno) pero dio marcha atrás atendiendo a la sugerencia de algún asesor de turno. Fue siempre de extremo a extremo en sus acciones.

En esas circunstancias no sólo es difícil, sino peligroso confiar en el liderazgo de un Ejecutivo como el que tenemos, para un proceso constituyente. Este último necesita de metas claras, no de vaivenes e intentos de sostenerse en el poder a cualquier costo.

Más allá de la desastrosa propuesta del 2 de enero , en relación a la forma en como fue planteada, y en virtud de los plazos que la Constitución establece para la reformas constitucionales -segundo debate luego de un año de finalizado el primero, el conocido "candado constitucional"- (pero en general un disparate jurídico que atenta contra toda lógica), está el hecho cierto de que el trasnochado camino que propone el Ejecutivo crea incertidumbres, sobretodo sobre cuales serán sus reales intenciones en este reciente y reiterativo intento.