Milton Luna Tamayo (Contrato Social por la Educacion)
El 17 de agosto oficialmente se inició el periodo de matrículas en la sierra y con habilidad la Ministra de Educación evadió presentar al país su agenda de acciones concretas y compromisos financieros para combatir problemas estructurales del sistema educativo. Medidas que todo el país esperaba luego de los reiterados anuncios del gobierno nacional de mayor y mejor inversión social, particularmente en educación.
El 17 de agosto oficialmente se inició el periodo de matrículas en la sierra y con habilidad la Ministra de Educación evadió presentar al país su agenda de acciones concretas y compromisos financieros para combatir problemas estructurales del sistema educativo. Medidas que todo el país esperaba luego de los reiterados anuncios del gobierno nacional de mayor y mejor inversión social, particularmente en educación.
¿Cuáles medidas? Universalización de los 10 años de educación básica de calidad; eliminación de los “25 dólares de contribución voluntaria” que pagan los padres de familia al momento de la matrícula; movilización nacional junto a gobiernos locales para el acceso y permanencia de los 100.000 niños y niñas que están fuera del primero de básica; programas y ejecución de los cerca de 100 millones de dólares de los recursos de ex FEIREP; reparto masivo de textos escolares hasta el séptimo de básica; formación y capacitación docente; adecuación de infraestructura escolar; reinserción de 750.000 niños y jóvenes que están fuera del sistema educativo.
Total nada se presentó y más bien, en un movimiento mediático y retórico populista de distracción la Ministra puso al Ecuador a discutir de manera airada sobre disposiciones de supuesta afectación general referentes a horarios y tareas escolares.
La verdad es que la retórica de la Ministra no se compadece con su propio Acuerdo Ministerial que dotado de buenas intenciones tiene un sentido de aplicación discrecional y de alcance limitado a las contadas instituciones “cuyas instalaciones y condiciones físicas lo permitan, adopten la jornada diaria laboral desde las 8 horas”, por lo que la retórica y el mandato juntas traerán más conflicto y confusión que modificaciones reales y positivas a la vida y organización del ya caotizado sistema educativo.
Pasado el momento, quedan pendientes los compromisos del Presidente de la República y de su Ministra, ante todo el suscrito 1 de junio, por el día del Niño. Entonces, señor presidente Palacio ¿se despeja o no la cortina de humo? Usted tiene la palabra, todos estamos dispuestos a alinearnos por el cambio educativo.