3 de enero de 2006

Nadie sabe para quien trabaja

En el Ecuador político no cabe duda que el refrán más apropiado para estar alerta es el de: “nadie sabe para quien trabaja”. En abril varias organizaciones y ciudadanas y ciudadanos de distintas ciudades del país nos movilizamos para sacar a un intento de dictador y a un gobierno mafioso del poder. Pero no nos movilizamos para sostener un sistema que continúa secuestrado por los partidos políticos y sus prácticas perversas ni para apoyar a un Presidente que no tiene claro hacia donde ir.

El Ejecutivo ha sido el único que se ha encargado de afectar su propio capital político. Quizá en abril fue su "mejor momento", para impulsar una Asamblea Nacional Constituyente que, sin embargo, fue diluyéndose conforme su gobierno se acercaba a los partidos políticos tradicionales. El aprendizaje es claro: con los partidos no se juega si de afectar sus intereses se trata. Por ello nos atrevemos a decir que la propuesta de Palacios nunca fue sincera. El Presidente dejó que el proceso se enfríe hasta que le ha entumecido sus propias extremidades. Ahora cada movimiento que realiza lo hace con dificultad y ya no hay manos que le ayuden para impulsar una propuesta que va en muletas.

El Ejecutivo ha demostrado una confusión total en sus planteamientos y estrategias. Destruyó sus propios mecanismos de concertación y elaboración de propuestas (proceso CONAM). Intentó acercarse al Congreso (presencia de Oswaldo Molestina en la cartera de Gobierno) pero dio marcha atrás atendiendo a la sugerencia de algún asesor de turno. Fue siempre de extremo a extremo en sus acciones.

En esas circunstancias no sólo es difícil, sino peligroso confiar en el liderazgo de un Ejecutivo como el que tenemos, para un proceso constituyente. Este último necesita de metas claras, no de vaivenes e intentos de sostenerse en el poder a cualquier costo.

Más allá de la desastrosa propuesta del 2 de enero , en relación a la forma en como fue planteada, y en virtud de los plazos que la Constitución establece para la reformas constitucionales -segundo debate luego de un año de finalizado el primero, el conocido "candado constitucional"- (pero en general un disparate jurídico que atenta contra toda lógica), está el hecho cierto de que el trasnochado camino que propone el Ejecutivo crea incertidumbres, sobretodo sobre cuales serán sus reales intenciones en este reciente y reiterativo intento.

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