La salida de Correa nos demuestra que los políticos tradicionales comprendieron muy poco la propuesta generada en Abril por un grupo de la ciudadanía hoy nuevamente decepcionada:
El Presidente de la República saca al único Ministro con horizontes claros dentro de su Gabinete. Este Gobierno podía haberse propuesto tres o cuatro espacios concretos de trabajo para generar posibilidades reales en el bienestar del país en el año y ocho meses que tenía en el poder; sin embargo, se entregó a los intereses económicos internos y externos que son los responsables de que nada cambie en el Ecuador en estos últimos 25 años.
El Congreso Nacional, en los últimos meses, fue más irresponsable que nunca: con la trampa de los Fondos de Reserva del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social; la elección de un Defensor del Pueblo por lo demás cuestionado por las organizaciones sociales, o por la salida que encontraron ante las necias preguntas planteadas por el Presidente de la República que están diseñadas para enterrar la reforma política.
Hacemos énfasis en que la Ruptura de los 25, nunca creyó que el Presidente Palacio ni el Congreso con el que contamos podía generar y terminar los cambios estructurales que necesitamos para que la realidad social, económica y política cambie definitivamente en el Ecuador. Sin embargo, en las manos de este Gobierno estaban el apoyo de gran parte de la población para sentar las bases para un proceso de diálogo real, (no el engaño que representó el proceso de Concertación Nacional en boca de Palacio) y la posibilidad real de generar un pacto social para construir un país más incluyente, equitativo, justo y solidario.
Palacio, gran parte de su equipo de gobierno y el Congreso Nacional han replicado las prácticas políticas tradicionales, dejando de lado el discurso de cambio generado acaso por el temor a una ciudadanía que no ha bajado aún las manos ante las continuas decepciones ante lo político en nuestro país.
Nosotros hoy, hacemos énfasis en la participación política activa como la única alternativa real para que las cosas cambien en el Ecuador, la transformación necesaria sólo podrá ser el resultado de un trabajo perseverante y de largo plazo en el que ecuatorianos y ecuatorianas seguimos comprometidos.
Con o sin Rafael Correa, no podrán distraer la atención del Ecuador sobre los temas importantes. Seguiremos exigiendo que las políticas nacionales e internacionales se manejen desde la soberanía y la dignidad, y eso incluye la exigencia de –con todos los argumento del Derecho- declarar la caducidad del contrato de Occidental.
La Ruptura de los 25
El Presidente de la República saca al único Ministro con horizontes claros dentro de su Gabinete. Este Gobierno podía haberse propuesto tres o cuatro espacios concretos de trabajo para generar posibilidades reales en el bienestar del país en el año y ocho meses que tenía en el poder; sin embargo, se entregó a los intereses económicos internos y externos que son los responsables de que nada cambie en el Ecuador en estos últimos 25 años.
El Congreso Nacional, en los últimos meses, fue más irresponsable que nunca: con la trampa de los Fondos de Reserva del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social; la elección de un Defensor del Pueblo por lo demás cuestionado por las organizaciones sociales, o por la salida que encontraron ante las necias preguntas planteadas por el Presidente de la República que están diseñadas para enterrar la reforma política.
Hacemos énfasis en que la Ruptura de los 25, nunca creyó que el Presidente Palacio ni el Congreso con el que contamos podía generar y terminar los cambios estructurales que necesitamos para que la realidad social, económica y política cambie definitivamente en el Ecuador. Sin embargo, en las manos de este Gobierno estaban el apoyo de gran parte de la población para sentar las bases para un proceso de diálogo real, (no el engaño que representó el proceso de Concertación Nacional en boca de Palacio) y la posibilidad real de generar un pacto social para construir un país más incluyente, equitativo, justo y solidario.
Palacio, gran parte de su equipo de gobierno y el Congreso Nacional han replicado las prácticas políticas tradicionales, dejando de lado el discurso de cambio generado acaso por el temor a una ciudadanía que no ha bajado aún las manos ante las continuas decepciones ante lo político en nuestro país.
Nosotros hoy, hacemos énfasis en la participación política activa como la única alternativa real para que las cosas cambien en el Ecuador, la transformación necesaria sólo podrá ser el resultado de un trabajo perseverante y de largo plazo en el que ecuatorianos y ecuatorianas seguimos comprometidos.
Con o sin Rafael Correa, no podrán distraer la atención del Ecuador sobre los temas importantes. Seguiremos exigiendo que las políticas nacionales e internacionales se manejen desde la soberanía y la dignidad, y eso incluye la exigencia de –con todos los argumento del Derecho- declarar la caducidad del contrato de Occidental.
La Ruptura de los 25
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