Domingo, 06 de Febrero de 2011 - 00:21
La consulta parte en dos la historia del correísmo
El Presidente se posicionó como único referente conceptual y político de PAÍS
Foto: Foto ilustración/Expreso
Inicios. Gustavo Larrea, Fander Falconí y Alberto Acosta en la asunción de Rafael Correa al poder. Los tres han salido del Gobierno.
Análisis
José Hernández
Subdirector
La consulta popular propuesta por el presidente Correa parte su historia política, y la del país, en un antes y un después. Nadie quedará indemne incluso en el supuesto caso, no consentido, de que la Corte Constitucional no la calificara. La mera propuesta ya delató apetitos, volumen de resistencia, capacidad de obediencia, correlación de fuerzas, perfiles y algunos escenarios; empezando por los del Presidente de la República.
1. Rafael Correa quiere todo: el Presidente presentó la consulta como una apuesta. Algo así como irse al casino para retar al azar. En realidad, Rafael Correa juega una partida de billar a tres bandas con mesa acondicionada por los suyos.
Primera carambola: ahora ya no teme coincidir con los socialcristianos en temas de seguridad y orden. Su visión moralista y controladora orienta la consulta porque no encontró eco unánime en su bloque para hacerlo a través de leyes. María Paula Romo frenó, en su comisión, algunas de las propuestas presidenciales más retrógradas y hasta la Asamblea han llegado los pedidos de Alexis Mera de poner en el pénsum escolar dos horas de religión.
Correa, repitiendo a Velasco Ibarra, quiere reformar la Constitución para desaparecer vestigios de todos los extremistas infantiles, como él los calificó, que lo acompañaron. La consulta es, entonces, una prueba de que la revolución neoconservadora, en la cual coincide con los socialcristianos, está en marcha.
Segunda Carambola: Correa liquida en el interior del movimiento PAIS todo aliento de liderazgo paralelo o libre pensamiento. Ricardo Patiño es uno de los afectados directos. Correa lo acusó de no haber expulsado a María Paula Romo y a Betty Amores, cuando él pidió. En realidad, Patiño ha perdido poder desde que fue enviado a la Cancillería y en la Convención Nacional no pudo recuperar espacio, a pesar de que hizo campaña para ello.
El señalamiento público del Presidente dice que ahora no tolerará interpretaciones a su voluntad. El control del aparato es incontestable y lo mostró al invitar a quienes disientan a irse cuanto antes de PAIS. Con su viraje se posicionó, en forma ostensible, como único referente conceptual, ideológico y político dentro de su movimiento.
Tercera carambola: en el libreto presidencial la Corte Constitucional está condenada a perder. Si da curso a la consulta, lo hará aceptando inconstitucionalidades evidentes. Si no lo hiciera, quedará reducida al papel de chivo expiatorio para el Presidente. Entre esos dos males, los magistrados pudieran usar una puerta de emergencia: hacer reparos en algunas preguntas. Ese escenario hace parte de las posibilidades contempladas por los estrategas de PAIS.
2. El triunfo de los áulicos: es indudable que la división política dentro de PAIS, que se evidenció en el juicio fallido contra el Fiscal General, quedó zanjada a favor de los militantes más disciplinados. Obedientes y sumisos son los sinónimos más próximos. Hay trabajo, entonces, para el Comité de Ética y algunas instituciones a las cuales han pedido monitorear las acciones y declaraciones de los candidatos a ser expulsados. El primero de la lista es Virgilio Hernández, pero Correa dijo que hay más.
De esa forma, PAIS dejó de hacer política y la ministra Coordinadora de la Política que llegó, según dijo, para ventilar ideas, ahora administra órdenes y trata, con Alexis Mera, de explicar lo imposible.
El centralismo, como decían los leninistas, es tan fuerte que se han inaugurado talleres y reuniones con la misma rapidez con que se han multiplicado instrucciones e instructivos para homogeneizar el discurso de funcionarios, ministros y militantes. Las voces independientes del Ejecutivo siempre han sido discordantes en las sinfonías oficiales.
3. Los idos de enero: Betty Amores y Ruptura de los 25, las últimas deserciones del Movimiento PAIS, se fueron haciendo algunas promesas: fidelidad al proyecto, un recuerdo afectuoso del Presidente, los votos de Betty Amores (y en PAIS esperan los de María Paula Romo) en los proyectos legislativos del oficialismo… Son buenos augurios, pero difíciles de cumplir: la consulta, si es calificada y gana en las urnas, no inaugura una etapa cualquiera del correísmo, es un viraje que anuncia mano dura, inflexibilidad, voluntad única, depuración interna, un movimiento y un bloque férreamente alineados con las órdenes del jefe supremo. Y, por supuesto, mayor operatividad legislativa para sacar adelante, y en la forma como Carondelet lo disponga, las leyes que han bloqueado los asambleístas que arrastraban los pies.
No hay duda de que si los que dejaron las filas de PAIS quieren seguir haciendo política encontrarán no menos sino más motivos para distanciarse de un proyecto que ahora sí, es un hecho que Rafael Correa se ha encargado de evidenciar, depende única y enteramente de él. Dicho de otra forma, los que quieran sobrevivir autónomamente en la política, lo harán no en alianza con Rafael Correa sino en oposición a él.
A esa conclusión ya llegaron, por ejemplo, Alberto Acosta y Gustavo Larrea; dos de los pocos que podían contradecir al Presidente. Pero la actitud más académica que política del expresidente de la Asamblea siempre lo ha llevado a discernir entre bondades y errores del régimen. Lo mismo hace con las preguntas de la consulta. Larrea, en cambio, saca la única conclusión posible para un político como él, o un libre pensador: si da su aval a esta consulta, para que el Presidente concentre todos los poderes, sella su desaparición del escenario público.
En ese sentido, el Presidente tiene razón de pensar que todavía no se han ido de su movimiento todos aquellos que tenían veleidades de libre pensadores. Hay algunos que ya no saben cómo estirar más la sábana, pero tampoco quieren facilitar la tarea de aquellos áulicos del Presidente que han seguido cursos acelerados de retórica revolucionaria.
4. Esta vez no, Presidente: el eslogan que escogieron algunos de los excorreligionarios de Correa, como Gustavo Larrea, para encarar la consulta muestra el dilema ante el cual estarán confrontados sus seguidores.
“Esta vez no”, es una invitación para mandar un mensaje o hacer conciencia, como anotó Ruptura de los 25, de que el Presidente se está extrapolando. Esta estrategia está dirigida, por supuesto, al electorado del oficialismo. Si se suma ese franja, cuyo volumen no se ha medido, con el voto duro anticorrea, que suma un 30%, se pudiera concluir que, de todas maneras, la consulta hará perder electores al Presidente.
En ese escenario, pudiera acercarse electoralmente a las cifras de Chávez que dejan de ser apabullantes pero superan el 50%. Lo único cierto es que también para los seguidores del régimen esta consulta es una prueba: o se ponen en forma definitiva en manos del Presidente siguiendo su pedido de que confíen a ojo cerrado en él, o le ponen un límite ya que él acabó, con su mayoría o con susto, con todos los que aceptó introducir en su propia constitución. Ninguna camisa institucional le queda al Presidente.
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